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La muerte de Batman

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La muerte de Batman nos pilló por sorpresa, como te pillan casi todas las cosas en la vida. Te despiertas una mañana y ahí, sobre la moqueta del salón que compraste a regañadientes, aparece un charco de sangre del que no sabes su origen. Luego, como quien no quiere la cosa, y mientras te asomas al jardín a regar esos rosales que tan altos se han hecho y tanto odias, porque tú lo que querías eran jazmines; pero claro, los jazmineros no asientan en esta zona, donde las heladas los acaban matando. Así que no te quedó otra que admitir que tu tarjeta de crédito iba a hacer el pago por esos rosales, sin flores aun, pero hinchados de espinas, como la amenaza que ya apuntaban a ser. Lo pagaste a disgusto. ¡Qué se le va a hacer!             Y así, con la manguera en la mano, observas el retal que quedó enganchado en la dureza de esas espinas, antaño verdes y ahora negras, cual garras de águila; despedazan todo lo que les sale al paso. ¡Mira que son listas!, musitas, sin moverse de sus
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Recupero aquí mi homenaje personal a Gabriel García Márquez, fallecido el 17 de abril de 2014. El mundo y sus ciclos me devuelve este breve relato como los restos de un naufragio a la orilla en la que hoy se vuelve homenaje de nuevo, aunque esta vez su destino sea otra playa y otra persona. La noche en que anunciaron el gran deceso a Mireia le había dado por pasarla en vela. Por eso fue la primera, después de aquel cronista de barrio venido a menos por causa de su fuerte adicción a las drogas y a las putas pero elevado ahora al estrellato de un día por la fatal noticia, en conocer este hecho. No pudo menos que sentirse impactada; casi huérfana por tercera vez , pensó. Tal era su inti midad imaginada con el escritor de sueños, ahora vagante en los limbos perdidos del camino de ida sin vuelta. Recordó los días de un verano que quedaba ya muy lejano en el tiempo, en su tiempo, y más aún en el tiempo que ya no lo es de los que ni están por aquí ahora. Recordó. Y con las alas